Entrevista a Mónica Concha Corvalan

Mónica estudió Tecnología Médica en la Universidad de Chile, con mención en Bioanálisis Clínico, Hematología y Medicina Transfusional, áreas fundamentales para el diagnóstico clínico. Desde hace 25 años, trabaja en el Laboratorio de Microbiología de la Red de Salud UC CHRISTUS, donde ha hecho una valiosa contribución en el diagnóstico de enfermedades infecciosas y la formación de nuevos profesionales. Además de su labor profesional, es dirigente sindical, demostrando un fuerte compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores. En su vida personal, está casada y es madre de dos hijos, logrando equilibrar su compromiso profesional con su vida familiar.

Para quienes no están familiarizados con el rol del tecnólogo médico, ¿podrías explicarnos en qué consiste tu labor y cuál es su importancia dentro del equipo de salud?

El rol del tecnólogo médico es fundamental en el equipo de salud, ya que apoyamos el diagnóstico y tratamiento de diversas patologías mediante procedimientos y análisis que permiten conocer el estado de salud de los pacientes y su evolución. Nuestra labor no solo se limita al análisis de muestras, sino que también colaboramos en la interpretación de resultados que son vitales para tomar decisiones clínicas.

La carrera de tecnología médica tiene cinco menciones o especialidades, cada una enfocada en áreas clave: Bioanálisis Clínico, Hematología y Medicina Transfusional, que abarca el trabajo en laboratorios clínicos; Morfofisiopatología y Citodiagnóstico, para el estudio celular y de tejidos; Imagenología y Física Médica, que se centra en estudios de imagen como radiografías o tomografías; Oftalmología y Optometría, para el cuidado de la salud visual; y Otorrinolaringología, que abarca el diagnóstico de patologías en oídos, nariz y garganta.

¿Qué significa para ti ser tecnóloga médica y cómo ha impactado tu carrera en tu vida personal y profesional?

Para mí, ser tecnóloga médica ha sido una manera de contribuir al área de la salud desde un enfoque distinto al que conocí de niña. Mi papá es odontólogo y trabajó en un hospital público toda su vida, y desde pequeña entendí la importancia de una buena atención en salud. Sin embargo, quería explorar un área diferente, y al conocer la tecnología médica me di cuenta de que podía aportar desde el laboratorio clínico. Llevo 25 años trabajando en el diagnóstico de enfermedades infecciosas, lo que me ha permitido aprender y desarrollar habilidades constantemente. Además, al trabajar en un hospital clínico, también colaboro en la formación de nuevos profesionales, participando en clases teóricas y prácticas para estudiantes de pregrado. Ha sido una experiencia enriquecedora tanto a nivel personal como profesional, y me siento orgullosa que podamos contribuir a la formación de tecnólogos médicos y también médicos.

¿Cuáles son los principales desafíos que has enfrentado en tu labor diaria y cómo los superas?

Uno de los mayores desafíos en mi labor diaria ha sido asegurar que los resultados de los análisis que realizamos sean confiables y precisos. Esto es esencial para que los médicos puedan hacer un diagnóstico adecuado y decidir el mejor tratamiento para los pacientes. Otro desafío importante ha sido mejorar los procesos dentro del laboratorio para hacerlos más eficientes, sin comprometer la calidad.

Aunque trabajamos con muestras, no podemos olvidar que detrás de cada una de ellas hay una persona que confía en que nuestro trabajo será parte de su recuperación. Para superar estos desafíos, siempre trato de analizar todas las variables que influyen en los procesos, buscando constantemente formas de mejorarlos sin dejar de lado la empatía hacia los pacientes.

¿Qué avances tecnológicos o científicos recientes crees que han revolucionado la profesión y mejorado la atención al paciente?

En mi área, el diagnóstico de enfermedades infecciosas, los avances en técnicas moleculares han sido verdaderamente revolucionarios. La capacidad de identificar agentes infecciosos a través de sus componentes genéticos ha mejorado enormemente la precisión y rapidez de los diagnósticos. Además, la implementación de la espectrometría de masas para identificar infecciones ha sido un cambio importante, ya que permite obtener resultados en menos tiempo y con mayor precisión. Esto, a su vez, facilita que los médicos puedan iniciar tratamientos antibióticos de manera más oportuna, mejorando significativamente las tasas de supervivencia de pacientes con infecciones graves. Estos avances no solo mejoran la atención, sino que también optimizan el uso de recursos médicos.

¿Qué consejo le darías a las nuevas generaciones que están ingresando a la carrera de tecnología médica?

A las nuevas generaciones les diría que nunca pierdan la capacidad de asombro y curiosidad. Siempre hay algo nuevo que aprender en esta profesión, y es importante mantener la mente abierta y estar dispuestos a seguir mejorando los procesos. En tecnología médica, la ciencia avanza constantemente, por lo que estar al día con las innovaciones es clave para ofrecer una mejor atención. También les recordaría la importancia del trabajo en equipo. Ninguna labor dentro de un hospital o clínica es aislada, y todos los roles son importantes para lograr el objetivo final, que es el bienestar del paciente. Cada eslabón en la cadena de atención contribuye a qué el resultado sea exitoso.

¿Cómo contribuye tu rol a la mejora del sistema de salud y al bienestar de los pacientes en Chile?

El rol del tecnólogo médico es esencial para lograr diagnósticos más precisos y oportunos, lo que permite que los recursos se concentren en el tratamiento adecuado para cada paciente en el menor tiempo posible. Esto no solo mejora la recuperación de las personas, sino que también ayuda a prevenir complicaciones o deterioros en su salud. Además, nuestra labor es fundamental en la detección temprana de patologías que pueden requerir cambios en los hábitos de vida o en la implementación de medidas preventivas. En el ámbito de la investigación, los tecnólogos médicos también participamos activamente, generando nuevos conocimientos que pueden transformar el sistema de salud y mejorar la calidad de vida de la población.